En un pueblo pequeño de Turkia, el 9 de mayo de 1958, un hombre llamado Selim Fesli fue acribillado brutalmente en el campo. Le habían disparado en la cara y en su oreja derecha y falleció unos días más tarde en el hospital, sin poder nombrar a su asesino.
Después de una investigación policial, el vecino de Selim Fesli, Isa Dirbekli admitió haberle disparado a Fesli pero dijo haber sido por accidente cuando estaba cazando conejos. Aunque los disparos fueron claramente a quemarropa, un juez creyó su versión y Dirbekli pasó solamente dos años en la carcel.
Un par de meses después de este acontecimiento, en un pueblo cercano llamado Sarkonak, un niño llamado Semih Tutusmus nació. Desde muy pequeño cuando comenzó a hablar dijo que su verdadero nombre era Selim Fesli.
Más allá de que uno piense que podría ser el caso de un niño con una imaginación extraordinaria, la madre de este pequeño tuvo un sueño muy peculiar en sus últimos días de embarazo, en el cual un hombre que se identificó como Selim Fesli se apareció con su cara ensangrentada y dijo haber sido asesinado pero que reencarnaría en la forma del hijo que ella estaba esperando.