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La reencarnación de Manju Sharma: La niña que recuerda haberse ahogado

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La reencarnación de Manju Sharma: La niña que recuerda haberse ahogado

El siguiente caso de reencarnación fue documentado por la científica e investigadora india Satwant Pasricha quien trabajo con el reconocido Dr. canadiense Ian Stevenson en varios casos de vidas pasadas en los niños.

La doctora Pasricha conoció a Ian Stevenson en 1973 en un momento en el que, debido a su formación científica, se mostraba escéptica sobre los casos de reencarnación. Pero su curiosidad se despertó cuando pudo observar el trabajo del Doctor Stevenson y aceptó visitar y entrevistar a varias personas, actuando principalmente como intérprete. Impactada por el enfoque del Dr. Stevenson, aceptó su invitación para estudiar casos de forma independiente y, a pesar de los obstáculos que implicaba llegar a pueblos remotos, se sintió atraída por el trabajo, especialmente debido al fuerte caso de Manju Sharma.

En 1969, en la India, nació una niña llamada Manju Sharma en una familia de bajos recursos económicos. Cuando tenía dos años de edad, la pequeña Manju comenzó a decir que era de otra aldea, mencionaba los nombres de su supuesto padre y hermano y hasta hablaba del negocio que tenía su padre.

Le contó a su familia que cuando tenía nueve años había vuelto de la escuela y se había dirigido directamente a un pozo de agua a lavar una estatua religiosa. En el proceso, la pequeña perdió el equilibrio y se cayó en el pozo y murió ahogada.

Cuando sus padres la escucharon, se quedaron atónitos con la historia y a la vez muy confundidos porque no sabían que hacer. A pesar de que la niña les dio información detallada acerca de su hogar anterior, los padres decidieron no hacer nada al respecto porque pensaron que era solamente producto de la imaginación de una niña… pero quizás la verdadera razón es porque sospechaban que la historia era verdadera y tenían miedo de que la pequeña comience a extrañar a la otra familia, algo que es muy común en los casos de reencarnaciones de niños. Y no querían perderla…

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